Hoy, hija mía, cumples 18 años, hoy entras en una nueva etapa de la vida, hoy inicias un viaje que te adentrará en la madurez.
Un profesor de botánica me explicó una vez a propósito de ciertas plantas con propiedades farmacológicas que su poder terapéutico dependía del suelo en el que crecían. Si el sustrato no era el adecuado las sustancias causantes de los efectos beneficiosos en la salud podían verse afectadas y no ser tan eficientes. Desde que naciste me preocupé de procurarte un sustrato en el que crecieras vigorosa y feliz para que en el futuro pudieras mostrar todo tu potencial.
Hoy hace 18 años que comencé a hacer una maleta en la que he ido añadiendo todo aquello que creo necesitarás en el viaje que hoy inicias: complicidad para que te sientas acompañada, coraje para defender lo que es justo, disciplina para afrontar las responsabilidades, fortaleza para encarar las adversidades y mucho amor para que nunca desfallezcas. Esa maleta se ha ido rellenando también con las experiencias adquiridas en todos estos años: las que has tenido en el colegio con tus profesores y tus compañeros, las que has tenido en tu hogar con nosotros, tus padres, y toda tu familia, las que has tenido en tus círculos sociales con tus amigos. Todo eso algún día te servirá y te ayudará. Espero que sea un equipaje liviano pero muy útil.
También te aconsejaría que en este viaje no te centres sólo en la meta, disfruta del camino. Deléitate con el paisaje, aprovecha los días de sol llevando ropa ligera y también los de lluvia con un buen paraguas. Contempla todo lo que pasa a tu alrededor mientras viajas.
En ese camino encontrarás muchos obstáculos: piedras, ríos, elementos que no te harán fácil la travesía. Aprende a sortearlos -con o sin ayuda- escalando las piedras, vadeando los ríos o incluso dando un rodeo para esquivarlos y conseguir llegar a tu destino.
También te recomiendo que aproveches la compañía de otros viajeros que te encontrarás en el itinerario. Algunos irán contigo durante un buen trecho y en un momento dado abandonarán la senda que tú llevas porque sus destinos son diferentes al tuyo y deben tomar otra vía. Otros solamente serán una compañía fugaz porque van en sentido contrario y otros dejarán de acompañarte porque ya no pueden caminar más. Aprende de todos ellos, incluso de los que no te hagan agradable el paseo; las impresiones de los demás siempre sirven.
Estoy convencida que vas bien equipada y que sabrás añadir lo que encuentres útil por el trayecto. Sé que llegarás muy lejos.
Así que sólo me queda desearte ¡mucha suerte y buen viaje!
Kirke
NOTA: Si algún avispado lector le da por copiar esta carta para dirigírsela a su hija me sentiré muy orgullosa porque eso quiere decir que le ha gustado tanto como para mandársela a otro destinatario. Pero, avispado lector, ten la decencia de reconocer la autoría de quien realmente la escribió. Gracias.